Yo tengo fe en el porvenir espiritual de Espa±a: en esto soy acaso exageradamente optimista. Nuestro engrandecimiento material nunca nos llevarφa a oscurecer el pasado; nuestro florecimiento intelectual convertirß el siglo de oro de nuestras artes en una simple anunciaci≤n de este siglo de oro que yo confφo ha de venir. Porque en nuestros trabajos tendremos de nuestra parte una fuerza hoy desconocida, que vive en estado latente en nuestra naci≤n, al modo que en el sφmil con que comencΘ este libro vivφan en el alma de la mujer casada contra su gusto y madre fecundφsima contra su deseo, los nobles y puros y castos sentimientos de la virginidad. Esa fuerza misteriosa estß en nosotros, y aunque hasta ahora no se ha dejado ver, nos acompa±a y nos vigila; hoy es acci≤n desconcertada y dΘbil, ma±ana serß calor y luz, y hasta si se quiere, electricidad y magnetismo.